martes, 15 de noviembre de 2011

Defensoras de derechos humanos de Colombia lanzan un SOS a Europa

Las defensoras de derechos humanos son el colectivo más amenazado y olvidado en el conflicto colombiano.
Estas mujeres que se exponen a la muerte cuando alzan la voz para pedir paz y justicia, lanzan ahora un SOS a Europa para que las proteja.

 La elección de Juan Manuel Santos en agosto de 2010 como presidente de Colombia en lugar de Álvaro Uribe despertó expectativas de mejora de respeto de los derechos humanos en el país, uno de los de peor historial en el mundo en este terreno. Quince meses después de su toma de posesión, el discurso público de la administración Santos exhibe más sensibilidad y algunas iniciativas legales positivas, pero la terrible realidad sobre el terreno no ha cambiado. La masiva violación de derechos humanos en Colombia por parte de los actores armados legales e ilegales sigue tan mortífera y dramática como en los últimos años, según denuncian numerosas organizaciones de derechos humanos. Sobre los defensores de DDHH ha mejorado el discurso oficial, pero no el comportamiento oficial: los asesinatos, desapariciones, hostigamientos y amenazas no se están reduciendo.
 
    Es cierto que todos los colombianos son víctimas potenciales de la crisis humanitaria del país, cuya violencia extrema a gran escala ha despojado ya por la fuerza a 5’3 millones de colombianos de sus propiedades y proyectos de vida, convirtiéndolos en desplazados internos (refugiados que en su huida no han traspasado una frontera internacional). Colombia es el país con más desplazados del mundo y con más sindicalistas asesinados del mundo (el 65% del total). Solo en las elecciones locales y departamentales del mes pasado asesinaron a más de 40 candidatos. Aun así, otro colectivo resulta una diana aún más vulnerable a tales ataques.

    Es notorio que los defensores de DDHH son uno de los objetivos prioritarios de los asesinatos, intimidaciones, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, persecuciones legales arbitrarias, agresiones, amenazas y señalamientos. El año pasado fueron asesinados en Colombia al menos 32 defensores de DDHH, y en el primer trimestre de este año ya lo fueron otros nueve. De momento, bajo el gobierno Santos son ya al menos 20 los asesinados: uno cada tres semanas de promedio. Sin embargo, entre los defensores de DDHH hay un colectivo aún más débil, atacado y amenazado: el de las defensoras. Su extremo nivel de persecución saltó a la actualidad internacional el 7 de junio con el espeluznante asesinato en Medellín de la popular activista Ana Fabricia Córdoba de un disparo en la cabeza a bordo de un autobús en marcha.
   Las mujeres que defienden activamente los derechos humanos son a menudo víctimas del conflicto como desplazadas o como madres, parejas o familiares de varones víctimas de los actores armados, todos ellos violadores frecuentes de los DDHH: militares, paramilitares, guerrilleros y narcotraficantes y mafiosos de toda laya. Son supervivientes, con frecuencia responsables de familias mutiladas o desestructuradas por la guerra, y además muchas veces víctimas de agresión sexual o violación: se calcula que unas 62.000 colombianas son violadas cada año, es decir, unas 170 al día. Día y noche, año tras año, en Colombia una mujer es violada cada ocho minutos.

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